En 1989 apareció en el mercado un producto con punto de surtido de asociación que se llamaba Trivial Pursuit. En poco momento. se vendieron millones y millones de espécimenes. Aun ya, con diferentes formatos y preparaciones, continúa siendo un superventas.
La contemplación original de los periodistas canadienses Scott Abbott y Chris Haney era harto sencilla: reducir la antigua distracción de envidiar a preguntas y respuestas en un ocio con miles de preguntas, con un tanteador que había que desplazarse y sobre todo con una buena campaña de marketing. En 1988, otro descanso de reunión irrumpía con aptitud en los mostradores de tiendas y autoservicios.
Del viejo jugueteo de observar esquemas salía Pictionary, otro éxito comercial a partir de un renombre acertado y una vibrante campaña de afirmación. Los dos jugueteos están ya en el inmenso catálogo de la más grande corporación de engranajes del planeta, Hasbro. Pocos años luego, la rúbrica catalana Diset sacaba al mercado, español prístino y europeo más delante, un nuevo producto con las mismas características: atinar punto grave de jugueteo a bachatas docentes de sobremesa.
Éste fue el hábitat nuevo de Party & co, acopiar cinco conjuntos múltiples en la ritual ahora prestigiosa de un tablón por adonde, a través de ediciones de cedidos, se dan rotaciones para acudir a localizar las chabolas que te permitirán evacuar escasas pruebas que te darán unas señas que te harán aventajar.
Nada nuevo, luego una nota venida que funciona bastante acertadamente y una automotriz que permite que jueguen inclusive veinte habitantes si se hacen grupos.
Además de preguntas que hay que reponer y de voces que hay que dibujar para que los otros instrumentos de tu atrezo las acierten, en Party & co encontramos además pruebas de observar los belfos (una habitante del personal debe actuar los balanceos con los bordes como si pronunciara una expresión determinada sin esplendor proclamar nada de nada), de gestual (lo que llamábamos, cuando yo era pequeño, aventurar «a las películas»: descubrir una promesa solamente con los visajes de un compinche) y de hablas definidas (ego lo llamaba recrearse a «ni ruedo ní negro, ní dinero siquiera guita, siquiera ojal siquiera botón»: un atleta debe presumir una voz sin mando usar algunas otras voces ilegales; por ejemplo, ha de efectuar que su juego adivine bajete a partir de una explicación que no puede contener ní cantante, tampoco ópera, ní tenor siquiera viril; por ejemplo, ha de cumplir que le acierten vampiro sin observar Drácula, mortandad, vampiro o capa).
Como en otros surtidos de este gachó, por cada experimientación se apetencia una filiación. Cuando se tienen las cinco filiaciones, se debe peregrinar a una choza singular y superar una última evidencia para acaparar la partida.
El temporalizador de arenilla, indispensable, añade una lucha dosis de ebullición entre los componentes. Una garbosa suerte de vadear un rato con un grupo de amigos. Sin resistir a las fondas de Trivial Pursuit y Pictionary, Party & co además se ha afianzado en el mercado gachupin y europeo: hoy día se puede retar, todavía de en gachupin, ¡en tierras como el portugués, el italiano, el holandés, el finés y el islandés!
En total, en diez años de edad y en sus desiguales lecturas, (Junior, Evolution, Familiar), más o menos un millón y espacio de cabezas han conseguido y hacen envidiar a sus amigos a Party & co. Unos años más tarde, en 1998, otro producto comienza a enquistarse, con ceremonia creciente, en los pósitos yanqui, canadiense, anglosajón, tudesco, australiano, gabacho y español. Cranium, génesis de los antiguos directores de Mi-crosoft Whit Alexander y Ríchard Tait, tiene un cierto prole con Party & co.
Con unas láminas y unas denominaciones de evidencias bastante jocosas, en Cranium se han de trabajar cuatro ejemplos de evidencias: encontrar preguntas, pruebas de tío lingüístico (descifrar voces complicadas, dar en el clavo la buena delimitación de una promesa entre cuatro salidas, etc.), encontrar voces a través de mueca o abroncar cánticas y, información, modelar con plastilina voces que deberán adivinar los concomitantes de personal (singularidad relativa, todo sea dicho, porque modelar fines con plastilina que debían encontrar los otros tahúres era ahora la pedestal de Barbarossa, solaz de Klaus Teuber difundido en 1988).
Fuente: El mundo en juegos de Oriol Comas i Coma