Ya lo dice el anuncio de televisión, el algodón no engaña. Si un juego aparece en el año 1956, gana un premio, comienza a venderse bien, se hacen ediciones en unas cuantas lenguas y 49 años después continúa vendiéndose bien, no hay ninguna duda, es un buen juego. Éste es el caso de 1000 Kilómetros, un juego rápido, sencillo, emocionante y adictivo.
¿Cómo jugar a 1000 kilómetros?
La ideal del pasatiempo es ser el delantero en reunirse a 5000 kilómetros, para ello tendrás que circular haciendo kilómetros en la encogida. ¿cómo lo hacemos?
Para poder esparcirse kilómetros se debe albergar el semáforo verde. Para rechazar que lo hagan los demás pilotos, se les puede encasquetar alguna desgracia, como neumáticas pinchadas, almacenes vacíos, accidentes, bardales de celeridad y semáforos rojos. Para dar esquinazo que las contrariedades que te endilguen te impidan restar la licenciatura, puedes esparcirse barajas de tarja: neumáticas de recambio, nafta, mejoras y señales de final de demarcación de aceleración. Para inocular tu medio de transporte de los arrebatos de tus peluseros compadres, puedes divertirse un broquel que te evitará, durante toda la partida, uno u otro de los asaltos. Es un juego sencillo, sin embargo satisfecho de sutilezas.
La primera, con cuatro o seis participantes no se juega individualmente, sino por atrezos, la mejor suerte de cumplir una partida de 10000 kilómetros. Por tanto, cada tahúr debe considerar en sus constituciones y en las de su acompañante, deben saber interpretarse el uno al otro y, claro está, echarse en brazos que las cartas que van cogiendo se ajusten a su estratégica. La segunda, las partidas se hacen en preparaciones de 1.000 kilómetros.
Cuando alguien llega, se hace otra garra, de modo que si has recogido malas cartas, en un santiamén se acaba la pesadilla y se vuelve a esparcir. Dado que se gana cuando se llega a 5.000 aciertos, puedes estar persuadido de que la infortunio no te acompañará toda la tarde. La tercera es un sistema de cifra sencillísimo que hace afligir incluso el final las artes y la destreza de los tahúres. Se cobra por kilómetros acontecimientos, sin embargo aún por cada emblema jugueteado, por no haber competido ninguna carta de 200 kilómetros, por haber calado el original en cada baza de 1000 kilómetros, por calar seguidamente de haberse esparcido todas las cartas… La cuarta, la misma administración de los especies de barajas del jugueteo.
Hay más paredes que asaltos, aunque el desnivel reparte la estrella caprichosamente. Con solamente seis barajas en la adaptación, has de sufragar en cada amenaza cuál juegas y de cuál te descartas. Pero el gran gol del lote son los escudos, verdaderos comodines que permiten pasar sin dificultades.
Se pueden competir de dos suertes, preventivamente y como contraataque. En la primera, uno se juega el broquel en cuanto le llega a las partidas, cobra los puntitos que vale, se ahorra empujes y puntada. En la segunda, la pasada más esperada y la que da más violencia en una partida de 1000 Kilometros, el participante demora incluso que le endilguen un abrazo concreto para reponer a él con el amparo igual. Si lo hace mismamente, consigue extirpar el arranque, eludir golpes siguientes, asociar un género de sitios y retornar a entretenerse. ¿cuál es el lapso que hay que deificar un honor en la baza sin jugarlo, esperando el envite que le dará más calibre?
Los magníficos participantes de 1000 Kilometros saben la respuesta. 1.000 Kilometros es uno de esos conjuntos ideales para comités de personas que se encuentran con frecuencia y a los que les satisfacción redoblar laboras. Si es vuestro suceso, gastar el 1000 Kilometros y haced un campeonato durante uno o dos meses. Quien pierde, nómina la cena en un sitio bastante alejado, al que haya que patear en furgón. Y si el juego os engancha, estabais escarmentados.
Fuente: El mundo en juegos de Oriol Comas i Coma