El Go debe de abrigar como mínimo unos tres mil años de descripción. Ya en 424 antiguamente de nuestra era, el grafólogo Shi Bo reproducía las apotegmas del filósofo chino Confucio, una de las cuales afirma que es mejor competir al Go o a otros solaces de antemano que ser un conformista. Una de las divisas que envuelven el mecanismo dice que, unos mil setecientos años ayer de la fuerza de Confucio, el emperador Chinoyao trámite a los sabios de su resquicio que crearan un grupo que debía echar para reforzar las gracias intelectuales de su cachorro Dan Zhu. Otra descripción otorga la misma obra al emperador Shun, esta sucesión para acrecentar las inteligencias de su becario, el mostrenco Shan Jun.
Una tercera quimera afirma que la tierra del juego se debe a U, súbdito del emperador Ketsu, unos quinientos años seguidamente de la época de Shun. Sea como fuere, unos cuantos siglos más tarde, y seguidamente de centurias de poder del Go en China, adonde recibe el renombre de Weiki, llegamos al año 735 de nuestra, cuando el legado de Japón en China, Kibidaijin, se llevó tablero y galgas de regreso a su paraje. A partir de entonces, la práctica magistral del Go ha contemplado en Japón, como además había rebasado en China, de un pesado registro. Tanto es así que, a fundamentos del siglo Xvii, el mejor participante, Honinbo Sancha, jugaba con los principales dirigentes del estado, a los cuales acompañaba en sus tournées. Él comenzó el análisis y la educación rígida del Go en la agrupación regional que fundó. Para mando aceptar a límite su faena sin dificultades, le fue otorgada una manutención, de forma que su única inquietud afuera recobrarse el muestrario y amaestrar nuevos maestros.
Fue este Honinbo quien creó el sistema de categoría de tahúres incluso ahora actual. Actualmente, Japón se mantiene corno el país de cabecera en el orbe del Go por lo que hace al divisor de componentes (unos diez millones), a tutela de campeonatos (se celebran cada año ambos campeonatos más importantes del espacio) y a valor social del entretenimiento (los grandes tahúres son recibidos verdaderos héroes). Con todo, en los últimos años del siglo Xx y los Primeros del Xxi, Corea, adonde el Go se conoce como Baduk, se ha sujetado en una gran subsistencia, por el municipal y la condición de sus componentes. En Occidente, el exterior en observar del Go fue el erudito orientalista anglosajón Thomas Hyde (1636-1702). Su plaza de truchimán de la cerco le permitió poseer ataque, sin nacer de Inglaterra, a buena parte de la cultura de Oriente. Así, entre los nutridos manuales que escribió sobre la carrera, el ingenio, la ideología o las prácticas de Oriente, encontramos De Ludis Orientalibus (1694), en el cual describe algunos equipos, y entre éstos destaca el Go.
El prestigio definitivo de la preparación del Go entre nosotros es del ingeniero teutónico Edward Lasker (1885-1981). Gran participante de Ajedrez, descubrió casualmente el Go en Berlín en 1905. Nunca dejó de competir a nadie de ambos solaces, luego se convirtió en vehemente defensor del Go, sobre todo posteriormente de exiliarse a Estados Unidos, adonde publicó el volumen Go and Go-moku, the Oriental Board Games, en 1934, que igualmente ahora se edita como manual de cita. Lasker fue quien enseñó a corretear al Go al campeón universal de Ajedrez Emmanuel Lasker (con el que no le ligaba ningún lazo) incluso convertirlo en un gran optimista. Le gustó tanto que acuñó esta expresión: «si encontráramos otra suerte de existencia emocionable en la galaxia, probablemente jugarían al Go». No es inocentada, en hocica del campeón universal de Ajedrez.
Fuera del tablero de Go
Aunque es un conjunto oriental y poco conocido en el orbe occidental (se calcula que solo lo juegan cien mil cualquieras en Europa y América), el Go mantiene una magnética seducción sobre libretistas e inmateriales occidentales.
El preliminar lo encontramos en una de las tareas maestras del autor nipón y honor Nobel de Literatura de 1968 Yasunari Kawabata, El maestro o el certamen de Go (1970, que incomprensiblemente no puede hallarse en español), que describe y narra, desde una óptica sobre todo moral y de apuro entre la tradición y la modernidad, una partida fulminante entre Shusai, el último maestro de la saga Honinbo, y su joven y audaz rival, Kitani Minoru.
Shibumi (1979), otra gran novelística, aún se peana en el Go. Su artífice, Trevanian, sobrenombre tras el que acaso se oculta Rodney Whitaker, profesor escolar norteamericano nacido en Tokio en 1925, explica las contrariedades del rusojaponés Nicholai Hel, agente y asesino gremial marginal con un estatuto de emblema personal e intransferible, entre las industrias del cual está retozar al Go. Además de sus características novelas, hay que aventajar que la construcción progresa al ritmo de una partida de Go, de guisa que el leedor irá conociendo la maquinación a medida que se desarrolla una partida, desde el «fuseki» (advenimiento y primeras chiquilladas) aun el final.
Que el Go comienza a ser en el globo occidental un pequeño fenómeno, quizá lo pueda declarar que forme parte de pendones de hojas, como Pi, el incomunicado y alentado thriller de Darren Aronofsky de 1997, o admisiblemente el éxito de público y de crítica de la novelística La deportista de go (2001, ésta sí editada en español), de la novelista peladilla acordada en París Shan Sa, sobre los sexos y los combates en un madero de Go entre una estudiante piedra y un oficial nipón durante la querella que enfrentó a sus países. Pero el autor europeo que más estimó y difundió el Go fue el galo Georges Perec, escritor de populosos y acabados malabarismos lingüísticos y cultos, entre los cuales destaca el gordinflas La vie mode d’emploi.
Perec, que dedicó buena parte de sus últimos años al adiestramiento del Go, publicó en 1969, juntamente con el gemométrico Jacques Roubaud y el científico Pierre Lusson, centrocampista en chanza no obstante de una forma completamente seria, Petit traité invitant á la découverte de l’art subtil du go, álbum que sirvió de preparación del lote en Europa y de primicia de profusos componentes, puesto que fue el primer intentado Go en habla francesa.
¿Cómo jugar a Go juego de mesa?
Paradójicamente, el Go es tan sencillo de detallar y emocionante de esparcirse como desconcertante de esparcirse adecuadamente. Es tan sencillo como retar, por lances, coaliciones blancas y negras en las encrucijadas de un contador. El contador tiene 19 x 19 líneas y todas las pedreas tienen el mismo alcance. Asimismo, todas las confluencias todavía son iguales.
Y es tan emocionante que desde la primera granizada inmediatamente debes libar osadías que comprometen toda la partida. El final de una partida se establece por pacto entre los tahúres, cuando deciden que aovar más losas en el tablón no cambiará nada. Una oportunidad hecho, deben sumar quién apetencia, en otras palabras, quién tiene más ligas en el tablón.
Parece sencillo, y lo es. Pero queda claro que sostener sencillo no en otras palabras inteligible: no en balde. el Go está considerado como el muestrario adonde se pueden originar y proponer las logísticas y organizaciones más complejas. La partida comienza con el madero (tildado go ban) vacío. El tahúr que tiene las losas negras hace la primera mano.
Por relevos, cada participante pone una roca en un juicio vacío. En cada extremo solamente puede haber una galga. Una oportunidad apuestas, las losas inmediatamente no se mueven en toda la partida. Una galga o un escuadrón de piedras del mismo color conectadas por las líneas del madero tienen independencia y están vivas mientras tanto están conectadas, aún por las líneas del numerador, a espacios vacíos.
Cuando un atleta deja sin emancipación una o más arenillas del oponente, en otras palabras, cuando las rodea completamente, siempre siguiendo las líneas del go ban, les toma la carrera: las captura y las retira del buque. No puede llevarse una arenilla en un lugar que no tenga emancipación, si no es que haciéndolo se consigue coger agrupaciones del enemigo. La otra menstruación importante es que una única losa que acaba de ejecutar una captura de una única piedra adversaria no puede ser recapturada en la ráfaga subsiguiente, empero sí en bribonadas posteriores.
Esta menstruación permite precaver un espiral sin objeto de capturas y recapturas. La tradición de eludir las capturas es a través de la actitud de los «dos ojos». Estas técnicas pueden acatar como pata para abrir aponer galgas y a cultivar la fuga. Como ocurre en rebosantes jugueteos, la mejor guisa de imprimir es que alguien que sepa te introduzca.
Fuente: El mundo en juegos de Oriol Comas i Coma